Archive for the ‘Recordando’ Category

El «libro» de los representantes del libro y sus historias.

viernes, enero 6th, 2012

Sobre las librerias (1) por Kinosarges

sábado, febrero 6th, 2010

Una librería que siempre me gustó fue Miessner. Estaba en la calle Diego de Leon con Serrano en Madrid. Era limpia, silenciosa y la atendía mujeres en exclusiva con la señora Miessner que era quien escogía las novedades y recibía a los corredores antes de las 11 de la mañana. Ya no existe. Hace mucho tiempo que cerró y en su lugar pusieron una tienda de modas o una sucursal bancaria.
También  me gustaba mucho la librería Pérgamo. Su dueña era Lourdes que era (y sigue siendo) muy simpática y te daba mucha conversación y el encargado, Antonio que sabía un montón de libros, era amable y eficiente. Hay una página Web donde escritores famosos hablan de sus librerías preferidas. Este es su enlace: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/4047/Las_mejores_librerias.

El cuarto de los prohibidos

miércoles, marzo 4th, 2009

En muchas historias que se han contado sobre la venta de libros durante la dictadura de Franco y sus secuaces, aparece la venta de libros prohibidos, que eran muchos, en algunas librerías. Cuentan, y es verdad, que si tenías un librero de confianza y que éste también confiara en tí, era relativamente fácil, en los 12 o 15 últimos años de la dictadura, conseguir libros que la indigna censura no dejaba comercializar y perseguía lo que podía con la saña habitual de su policía política.

Pero, ¿cómo llegaban esos libros a las librerías?. ¿Cómo se comercializaban, se facturaban, se escondían en los almacenes de los importadores y distribuidores para disimular su distribución peligrosa e ilegal?.

Los representantes llevábamos una doble lista a las librerias. En una columna los títulos prohibidos y en la otra un título legal que era el que iba a aparecer en la factura. Le entrégabamos una copia de este catálogo al librero. Los libros prohibidos se incluían con otros libros legales y los albaranes y facturas llevaban escrito el correspondiente libro legal. Así, ante cualquier inspección de la policía no aparecía la venta de ningún libro prohibido.

¿Y el almacenaje?. Una de las empresas distribuidoras tenía  un almacén, que era todo un piso grande casi diáfano con las estanterías colocadas como un laberinto, que conseguía disimular muy bien un pequeño habitáculo hecho entre las estanterias al qué se llamaba «el cuarto de los prohibidos»(*). Por allí pasaron libros como Cien años de soledad de García Márquez o España, un enigma histórico de Sanchez Albornoz y muchísimos más que la voracidad censora del franquismo se negaba a dejar comercializar libremente. Uno de los últimos en salir de allí fue La Papisa Juana.

(*) De lo bien escondido que estaba «el cuarto de los prohibidos» da idea que en el año 1.976, ya muerto el dictador, durante el gobierno continuador de su régimen de Carlos Arias Navarro y siendo ministro de la Gobernación Manuel Fraga Iribarne, la policía irrumpió en la distribuidora, creyendo que desde alli se distribuía el periódico «Mundo Obrero» del PCE, y a pesar del registro a fondo que hicieron, no detectaron «el cuarto de los prohibidos».

¡Tierra, trágame!

lunes, marzo 2nd, 2009

—UNA HISTORIA INCOMPLETA.—

Un día, un representante nuevo que empezaba en la calle a vender varias editoriales, me pidió que le llevara(*) y » le presentara» en algunas librerias de Argüelles. Yo no puse ningún inconveniente. Le llevé a Librería León, que nos trataron a los dos bien y nos dijeron que volvíeramos otro día pues ese no había pedido.

Bajamos por la calle Donoso Cortés a la librería Visor y cuando yo estoy enseñando los libros, ya había hecho las presentaciones, el nuevo coge un libro de la estantería, una Antología de poesía contemporánea, y comenta para darse importancia con la dueña, que a ese libro le faltaban poetas importantes y que otros le sobraban. Yo al principio ni me dí cuenta, pero cuando me fijé en el libro y ví que la autora era ella, empecé a balbucear sin poder decir una palabra más.

Ella se dió cuenta de todo inmediatamente. Le preguntó qué poetas faltaban y cuáles sobraban y el nuevo todavía seguía porfiando sin darse cuenta de nada. Yo dije entrecortadamente, que no tenía más libros para presentar ese día, (entonces presentábamos los libros e íbamos con cartera o bolso) y con una disculpa salí de la librería como alma que lleva el diablo.

Estuve esperándole en la esquina hasta que salió. Cuando le dije lo que había hecho, ni se inmutó y todavía seguía porfiándome a mí que faltaban y sobraban autores.

A los dos días tenía que volver a pasar por Visor e iba con la preocupación consiguiente. Ella se mostró conmigo mas amable aún que antes. Todavía se lo agradezco.

(*) Esta historia está incompleta. Se complicó algo más por otros motivos. Los contaré otro día.

¿Os acordaís de..?

domingo, marzo 1st, 2009

—En nuestros recuerdos—

Pepe Lavado. Era corredor de Alianza y luego estuvo en Grupo Distribuidor (Anaya). ¡Cualquiera le hacía una crítica sobre algún libro de Alianza o sobre la propia Alianza! Se me ocurrió una vez decirle, al poco tiempo de conocerle, que sacaban muchos libros que ya estaban en Losada y casi me da con la cartera. Tuve que marcharme corriendo de la Librería La Tarántula

Al día siguiente me lo encontré y me trató como si fuéramos amigos de toda la vida. Él era así.

¿Y de Andoni? Primero en Distrifer y luego en Edhasa. Su enorme pasión por las motos nos la contagió a muchos.

¿De Feliciano? Estaba en Planeta de Madrid y luego se fué a Andalucia. Cada vez que coincidías con él de higos a brevas era alguien totalmente cercano.

Por ellos y por muchos más este recuerdo.